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El Banco de España recuerda que la introducción del régimen de las socimis perseguía un doble objetivo: dinamizar el mercado del alquiler y reactivar la inversión colectiva inmobiliaria, que llevaba cayendo de forma continuada desde que comenzó la crisis en 2008.
En ese sentido, el supervisor asegura que el peso de las socimis sigue siendo muy reducido en el mercado de alquiler de viviendas. Calcula que, a finales de 2019, los activos residenciales solo representaban el 11,2% de sus activos (unos 5.800 millones de euros), ya que la mayor parte de sus inversiones están centradas en hoteles, oficinas, locales, centros comerciales y centros logísticos.
Así, asegura que los pisos en arrendamiento en manos de las socimis “únicamente suponían el 0,1% del parque estimado de viviendas propiedad de las familias y alrededor del 1% del stock de viviendas principales en régimen de alquiler”. Unas cifras que contradicen la teoría de algunas asociaciones y plataformas de inquilinos, que achacan la subida del precio de los alquileres a la proliferación de estos vehículos.
Es más, el organismo insiste en que su consolidación podría frenar el incremento de las rentas. “Aunque, hasta ahora, las inversiones de las socimis se han concentrado en el segmento comercial, en los últimos años se ha observado un aumento del peso del negocio residencial, especialmente en las grandes áreas metropolitanas. En caso de consolidarse, esta evolución podría favorecer un aumento de la oferta de vivienda en alquiler en los próximos años, lo que podría contribuir a atenuar la dinámica de crecimiento de los precios observada recientemente en este mercado, asociada al fuerte aumento de la demanda”, recalca el estudio.
Respecto a convertirse en ser una alternativa de inversión, el Banco de España destaca que las socmis han “contribuido a ampliar la oferta de instrumentos de inversión disponibles para los ahorradores. En particular, estos vehículos presentan algunas ventajas para los inversores minoristas frente a la inversión directa en inmuebles, en términos de diversificación de riesgos (por la posibilidad de invertir en carteras con distintos inmuebles), profesionalización de la gestión y escalabilidad”.
Y descarta que exista algún tipo de riesgo para la estabilidad financiera asociado a la actividad de las socimis, puesto que “la exposición directa de los bancos españoles (a través de participaciones en el capital y de la concesión de préstamos) a estas sociedades es reducida, tanto en valores absolutos como en términos de su peso en los balances bancarios.